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jueves, 29 de agosto de 2013

Una imagen vale más que 1000 palabras

     
  El sabio destino a querido que el otro veterinario, aquél al que hace unos días llevé a Panchito cuando tuvo un calculo en su uretra y que le impedía al orinar, ese al que espeté cuando estaba martirizando al pobre minino: "Joder doctor, si yo fuese gato también gritaría"hoy no se encontrase en la clínica, por fortuna tuvo alguna urgencia.

   Así que inmediatamente nos dirigimos a la clínica ARCA, aquella dónde operamos a Rafael, para que reconociesen al michino porque algo le sucedía, pues estaba orinando sangre. 

  Y hoy ya podemos sentirnos tranquilos, cuando hemos ido a verle a la clínica , Panchito ya ha vuelto a ser el que era

   Una chica de las que trabaja allí nos recibió amablemente y enseguida nos encaminó para que hablásemos con la doctora.  Ésta nos explicó que el gato debía ser sometido a una radiografía abdominal para comprobar que no tenía mas cálculos en el riñón o en la vejiga.          Entre tanto le aplicó 2 inyecciones para tranquilizar a Panchito.

   Después de las explicaciones, tampoco es que hubieran hecho falta, volvimos a dejarlo en la clínica. 

   Previsiblemente, y si no existían otras complicaciones, solo permanecería un día. 

   Por la mañana del día siguiente, antes que otra cosa, fuimos a visitar al paciente, era una necesidad ver cómo evolucionaba. 

  ¡Joder que alegría!, menudo cambio de carácter se había producido en el bichiño. 

  Me acerque a la jaula en la que se encontraba. 

  Estaba tumbado con una sonda colocada en la pata derecha, tranquilo, como si estuviera de vacaciones en un balneario.

  ¡Ay cuando me vio! 

  Le faltó tiempo para venir a olerme mi mano, le pareció que era yo pero se acercó para cerciorarse y reconocerme. Empezó a contonearse como una bailarina india intentando hacerme ver que se encontraba bien. 

  Se acercaba al plato de comida, comía unas bolitas, y regresaba para que viese que se portaba bien y comía. La misma demostración con el agua, como diciendo: 

"Papá, ¿ves como me alimento con mis bolitas y bebo agua?, llévame a casa que me voy a portar muy bien".

 La doctora abrió la jaula y el espectáculo de mimos y pruebas de salud se multiplicaron.

 Ni siquiera hizo intentos de huir de su celda, solo deseaba mostrarnos que podíamos  llevarlo con nosotros.

 Por recomendación de la doctora, aun le dejamos en su celda para que terminara de restablecerse y ya por la tarde, a eso de las 4, nos telefonearían.

  Efectivamente, esa misma tarde nos telefonearon para que recogiésemos a un renovado y restablecido Panchito .



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Una imagen vale más que 1000 palabras

  Al regresar a casa, se hizo la fiesta.

  En cuanto Pinchuco se percató de la presencia de su hermano sintió tanta alegría que casi se le come a besos. 

 ¡Lametones, lenguetazos, mordiscos, abrazos!, sí, abrazos también (prometo tomar la foto), por que era el regreso de su colega de aventuras.


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                                               Este es Pinchuco, nuestro juguetón Pinscher enano


  El consejo de hoy, también aprendido por la experiencia, es que no escatiméis dinero en cuidar a vuestra mascota.

  Nada de disfraces y chorradas de ropitas, zapatitos o artículos chic ridículos, que les hacen parecer bufones de la corte. 

   Esas pijadas no van a mejorar su calidad de vida y sí les va a molestar. 

   Procurad que dispongan de una alimentación sana de calidad y los cuidados veterinarios precisos.

   Además de vuestro respeto y cariño ellos solo necesitan eso tan simple.


  Pues hasta la próxima aventura.

  ¡Salud y Suerte!
             

viernes, 23 de agosto de 2013

"Mea Culpa": Panchito no puede orinar (2)

Mea Culpa

    Y al final está pasando lo que tenía que pasar. Y todo por mi culpa, por querer compararme al veterinario que no soy, actuando como un "vulgar curandero" de animales.

    Ayer ya me acosté intranquilo cuando Panchito se empezaba a lamentar. A las 3 de la mañana, hace escasas 3 horas, desperté y ya no puede volver a conciliar el sueño. Continuamente escuchaba sus casi inaudibles quejidos, una especie de susurros que ni siquiera alteraron a Pinchi.

    Ahora estoy con cargo de conciencia y aterrorizado mientras escucho sus lamentos de dolor. Unos lamentos que me transmiten lo precaria de su situación y los dolores que esta sufriendo por los cálculos que obstruyen su vejiga.

    Mientras esperamos a que llegue la hora en que esté abierto la clínica veterinaria, aun más de 2 horas, Panchito arrastra su hinchazón por todos los rincones del pasillo, mientras deja escapar sus sonoros lamentos que me encojen el corazón.

    Cuando consigo crear coraje y salir al pasillo de los lamentos, ya es la hora de ir al veterinario.
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    ...30 minutos después regreso del veterinario:

    -Allí hemos dejado al pobre gato, asustado y en estado de shock. 

    -Tendrá que sedarle y ponerle una sonda, después dieta durante el tiempo de convalecencia. 
          - 8.30 de la mañana y ya estábamos de vuelta en casa.

    Ansiosos por recoger a Panchito, a las 16:30 regresamos a la clínica. El doctor nos mostró al paciente  y nos informó de la imposibilidad de sondarle. Decidimos esperar.

   En el suelo, dentro de su caja transportadora, estaba, medio anestesiado por el sedante que le había administrado para calmarle los dolores que le producían los espasmos.  
    Puso la caja sobre la camilla metálica y decididamente la abrió para sacar al gato. Parecía una alfombra de piel. Inerte. Como muerto.
    Lo estiró sobre la fría camilla y, parsimoniosamente, inició las tareas de inmovilización, usando para ello cuatro vendas, blancas, pero sucias. Y es que éste debía ser, al menos, su 2º uso. 
      Lenta y automáticamente, con un perfecto y estudiado método, le fue atando las patas, las delanteras por separado y las traseras en un solo ramillete, a la estructura inferior del mueble.
      Seguidamente fue despojando al paciente del abundante pelo existente en las patas para colocarle una sonda...miaauuuu!, una sonda...miauuuuuuuu!, una sonda...miauauauauuuuuuu!, desistió de la pata derecha, en su pata izquierda. "Joder doctor, si yo fuese gato también gritaría".
      Al 4º intento y en la pata izquierda, acertó a poner la banderilla a la primera.

     Menos mal que Waneska estaba allí para transmitirle buenas vibraciones a Panchito, para que no se sintiera solo. Por que aun quedaba lo peor, que también para Panchito.

     Cuando regresé estaban los 3 sobre el gato, el doctor supervisaba y las dos ayudantes, una levantaban la cola, y la otra agarraba del pene al gato presionando para intentar introducir una aguja por el meato urinario del bicho. ¡Qué dolor!

     Observé como le retiraban el cálculo, en forma de diamante negro por la sangre coagulada, cuando, después de varios intentos infructuosos, consiguió introducir una cánula por la que introdujo el contenido de una jeringuilla que supongo contendría algún producto para romper aquél cálculo.
      La presión del doctor hizo el resto, agarró al gato por la zona del estómago y la vejiga y comenzó a estrujarlo como si de una bota de vino se tratara. 
       
        Y Panchito orino y orino...más de 1 litro, primero orina sucia de sangre y ya después amarilla tirando a clara.

          -Al regresar a casa, Pinchuco loco de contento, no sé si por recuperar la caja o por el regreso del hermano, la estampa quedó bien distinta. 


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          Parece un herido en combate, y no es para menos.

         Antes que otra cosa pediros que por favor no cometáis el mismo error, no permitáis que vuestra mascota sufra sin necesidad y todo por pensar que no es necesario acudir al especialista, por que tu crees que con una aspirina se va a sanar.

    Ahora solo me queda esperar que todo acabe bien. Y recordad que se trata de nuestros hijos adoptivos.

    Llevad a vuestra mascota al veterinario.

    ¡Salud y Suerte!

jueves, 22 de agosto de 2013

Panchito no puede orinar

 Desde hace 2 días venimos percibiendo el apático y extraño comportamiento de nuestro gato 
Panchito (en la imagen yace a la derecha de Rafael ).

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Si su carácter normalmente solía ser juguetón y un poco mimoso, sobre todo conmigo, el macho alfa, cuando, mientras permanece estático como un jarrón chino observando su vacío plato de comida, me mira, con esos ojitos azules, suplicante e invitándome a rellenar su recipiente, de unos días a acá parece que está enfadado con el mundo.

Ya no juega con Pinchuco, el pinscher enano que forma parte de nuestro batallón de mascotas,

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  y que siempre está haciéndole rabiar dándole pequeños mordisco en el pelo en cualquier parte de su cuerpo.

Ni come, ni bebe agua y se pasa todo el día tumbado, quejoso mientras se lame los genitales. Al aproximarme para observar mejor he logrado ver su pene, como si de una bengala de socorro se tratara, de color rojo intenso y apuntando  hacia fuera como un resorte.

Enseguida me empecé a preocupar, y cuando recordé el sufrimiento de mi otro gato Rafael, que al final tuvo que ser operado de urgencia, sin pensarlo 2 veces me he acercado hasta la clínica veterinaria para comprar comida, ya se había casi acabado, y de paso consultarlo con el doctor.

Las conclusiones son lo que importa:

1º- La comida barata que le estoy dando al gato le está haciendo mal, al igual que esos regalitos que nos roba con nuestro consentimiento. Opté por comprar la marca recomendada por el doctor, cuyo precio es exactamente el doble.

2º- El medicamento que le estoy dando, 1/2 comprimido cada 12 horas, es el oportuno para la dolencia. Se trata de un cloridrato de ciprofloxacino genérico que me recomendó la farmacéutica del barrio cuando fui a comprar el  de marca que me recetó el veterinario para Rafael.

3º- Afortunadamente los perros no son tan sensibles como los gatos y puedo seguir dándole la marca de comida barata que me prohibió para el gato.

Además de la medicación, le obligamos, mediante una jeringuilla, a tomar un par de dosis de la infusión de Quebra Pedra, por recomendación del veterinario, comprada en una herboristería.

Así que a partir de ahora se acabaron los banquetes a sabiendas o los robos consentidos.

Una alimentación equilibrada es fundamental en cualquier animal, sea de 2 piernas o de 4 patas.

Ah, mi esposa acaba de decidir, sabiamente, que si después de 3 días de administrarle esta medicación, el gato no mejora, tendremos que llevarlo al veterinario.

Como siempre, yo he dicho la última palabra: "si cariño".


¡Salud y Suerte!

Mascotas Caprichosas